jueves, 24 de febrero de 2022

FILOSOFÍA II

 




FILOSOFÍA II


La duda sobre el saber establecido

<<Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza, ese mono que se rasca sobre una mesa y tiembla de frío. Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro de la pared y ábrete paso>>


LA FILOSOFÍA COMO SABER TEORÉTICO

Racionalidad teórica y práctica

    La racionalidad es la estrategia para optimizar la consecución de nuestros objetivos. Este sentido moderno, económico o fuerte de <<racionalidad>> presupone la capacidad lingüística y la razonabilidad, pero va más allá, incluyendo típicamente procesos de evaluación y optimización. La teoría de la decisión, la teoría de juegos, la teoría económica y la filosofía de acción usan esta noción de racionalidad.

  Los problemas de racionalidad (o de decisión racional) solo se plantean en situaciones con alguna indeterminación, en las que el agente tiene cierto margen de maniobra, en las que puede elegir entre cursos de acción alternativos. En contextos deterministas, en los que no hay nada que decidir o elegir, no se plantean problemas de racionalidad. Para que tenga sentido hablar siquiera de racionalidad se requiere además de que no todo dé igual, que el agente tenga preferencias u objetivos. En situaciones de indiferencia o frivolidad, en las que no hay objetivos que alcanzar ni preferencias que satisfacer, no se plantean problemas de racionalidad. 


De aspecto indiferente y frívolo

Si salgo a pasear sin rumbo fijo, cualquier camino que siga es tan bueno como cualquier otro y no hay nada que decidir racionalmente. Sin embargo, tan pronto como tenga un objetivo (quiero ir a la catedral) o una preferencia (prefiero pasear por calles tranquilas) se plantea la cuestión racional de cómo llegar a la catedral o de como evitar las calles ruidosas.

  Cuando decidimos qué ideas aceptar, hablamos de racionalidad teórica. Cuando decidimos qué cosas hacer, hablamos de racionalidad práctica. Tanto sobre la racionalidad teórica como sobre la práctica se ha desarrollado una teoría formal (de carácter básicamente matemático y respecto a la cual hay un amplio consenso) y una teoría material (que trata de reducir la infradeterminación de las ideas y acciones por la teoría formal mediante un cierto anclaje en la realidad y una cierta conexión con nuestra naturaleza, y respecto a la cual hay menos consenso).

  La racionalidad teórica tiene como objeto maximizar el alcance y la veracidad de nuestras creencias. Su teoría formal tiene como exigencia básica la consistencia del conjunto de nuestras creencias. 

Tenemos que estar dispuestos a revisar nuestras creencias cada vez que descubramos en ellas alguna contradicción. Esto implica la búsqueda de la coherencia, la clausura respecto a consecuencias (el creyente racional ha de aceptar las consecuencias de sus creencias) y la asignación de probabilidades subjetivas a sus creencias de un modo compatible con la teoría de la probabilidad. Por ejemplo, si asignamos la probabilidad 1/3 a "p", entonces tenemos que asignar 2/3 a "no p".

  La noción formal de racionalidad teórica se reduce a la de consistencia lógica, y es compatible con cualesquiera contenidos de creencias, por muy lunáticos que estos puedan ser. (Si creo que soy Napoleón y que Napoleón Nació en Córcega, tengo que creer -por racionalidad formal- que yo nací en Córcega; pero ni soy Napoleón ni nací en Córcega). Estos constreñimientos son demasiado débiles por sí mismos para caracterizar completamente la racionalidad teórica. De algún modo debemos tocar tierra, de algún modo tenemos que atar ese globo consistente de creencias a la realidad.

    

Ni Charlize Theron ni Andy García tienen algo que ver con el texto,  pero...¿a que no importa?

 Dos ataduras materiales que podemos exigir del conjunto de creencias de un agente racional son la atadura a la percepción individual y la atadura a la ciencia (es decir, el encaje con la racionalidad teórica colectiva).

 La racionalidad práctica es la estrategia para maximizar la consecución de nuestros objetivos. Su teoría formal es la teoría de la decisión racional, que estudia los tres tipos de decisiones:

    - Bajo condiciones de certeza.

    - Bajo condiciones de riesgo.

    - Bajo condiciones de incertidumbre.

   Las más importantes son las decisiones bajo condiciones de riesgo, en las que el agente tiene que decidir entre un  conjunto de acciones alternativas, de cuyas consecuencias no está seguro, aunque se atreve a asignarle probabilidades subjetivas; también suponemos que puede asignar utilidades (es decir, deseabilidades) a las diversas consecuencias posibles. La solución viene dada por la regla de Bayes: <<actúa de tal modo que maximices tu utilidad esperada>>. La utilidad esperada de una acción posible es la suma ponderada por la probabilidad de las utilidades de sus diversas consecuencias posibles. La racionalidad práctica bayesiana o formal se reduce a la consistencia, y es compatible con cualquier conducta y sistema coherente de fines, por lunático que este sea. Para que nuestro sistema de fines merezca ser llamado racional en un sentido material hay que atarlo a algo formal. La atadura más sólida es la que lo liga a nuestro sistema de fines y necesidades biológicamente dado y heredado genéticamente De hecho, nuestro encéfalo ha llegado evolutivamente a ser lo que es como un utensilio fundamentalmente adaptado a satisfacer nuestras necesidades biológicas.















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https://youtu.be/75BJAq_JRQc




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