jueves, 10 de febrero de 2022

EL ARTE DE LA GUERRA IV



 

EL ARTE DE LA GUERRA IV




Sun Tzu y Homero

    El arte de la guerra es el arte de la prudencia al servicio de algo tan definitivo como la conservación de la vida. Casi contemporáneo de Sun Tzu, Homero, educador de todos los griegos, y en cierta manera de Occidente, pone la prudencia en la cúspide de las cualidades que adornan a los héroes de la guerra de Troya. ¿No es la virtud que define a Ulises? ¿ Y no es Ulises su modelo humano preferido? Le llama prudente en múltiples ocasiones porque todo lo emprende y ejecta al detalle, ata todos los cabos y nada le pasa desapercibido.

Homero y Ulises

Escribe Sun Tzu: <<Siempre que quieras atacar un ejército, asediar una ciudad o matar a una persona, has de conocer previamente la identidad de los generales que la defienden, de sus aliados, visitantes, centinelas y criados>>. Y Ulises llega a una isla desconocida, ve humo, escucha balidos de obejas y cabras, y decide reconocer el terreno. Descubre entonces a Polifemo en su gruta y toma las precauciones oportunas: <<Escogí a mis doce mejores compañeros y ordené a los demás que se quedaran en la nave, y que la botaran>> Traía un vino muy fuerte y delicioso, que solía beber en frasca diluido en veinte medidas de agua, <<De este vino llené un gran pellejo, y también tomé provisiones en un saco de cuero, porque mi noble ánimo barruntó que marchaba en busca de un hombre dotado de gran fuerza, salvaje, desconocedor de la justicia  y de las leyes>>.

    Ya están en juego todos los matices de la prudencia: memoria del pasado, evaluación del presente y aproximación del futuro con previsión, provisión y precaución. Llegaron a la cueva, apareció Polifemo, y Ulises le pidió hospitalidad en nombre de 

Polifemo
los dioses. Pero Polifemo le llamó estúpido, aclaró que los cíclopes son mucho más fuertes que los dioses y, para manifestar lo que él entendía por hospitalidad, <<agarró a dos de mis compañeros y los golpeó contra el suelo como cachorrillos, y sus sesos se esparcieron empapando la tierra. Cortó en trozos sus miembros, se los preparó como cena y se los comió, como un león montaraz, sin dejar ni sus entrañas ni sus carnes ni sus huesos llenos de meollo>>. Después se tumbó a dormir. Ulises llora de rabia y toma la decisión de sacar su espada <<y atravesarle el pecho por donde el diafragma alberga el hígado>>. pero le contiene otar consideración, <<pues allí hubiéramos perecido también nosotros con muerte cruel, ya que no habríamos sido capaces de retirar de la entrada la piedra que había colocado>>. Sun Tzu afirma que <<las consideraciones de la persona inteligente incluyen siempre el beneficio y el daño>>, y que <<corresponde al general ser tranquilo, reservado, justo y metódico>>.   Así es Ulises. No hay en él precipitación porque su corazón impulsivo es controlado por una cabeza reflexiva. A la mañana siguiente, <<mientras el cíclope encaminaba con gran estrépito sus rebaños hacia el monte, yo me quedé meditando males en lo profundo de mi pecho>>. Entonces elabora un plan minucioso, pues entra en juego la vida de todos. Cortan una estaca, la afilan, pulen bien la punta, la acercan al fuego para endurecerla, y la esconden bajo el estiércol. Luego sortean quienes ejecutaran el plan; esperan al cíclope; ven que llega y agarra a los otros dos compañeros y se los prepara como cena; Ulises le ofrece vino en una gran copa; Polifemo la toma y bebe sin medida hasta tres veces, pues aquello le parece <<una catarata de ambrosía y néctar>>. Poco después, reclinándose cayó boca arriba.                                                                       

   No hay tiempo que perder, pero tampoco hay que perderse por precipitación. Ulises acerca la punta de la estaca al rescoldo y no olvida que también debe templar el ánimo de sus hombres: <<Entonces comencé a animar con mi palabra a todos los compañeros, no fuera que alguien se me escapara por miedo>>. Clavaron la aguda estaca de olivo en el ojo del cíclope, y la hicieron girar <<como cuando un hombre taladra con un trépano la madera destinada a un navío>>                       Cegado el monstruo, había que pensar cómo salir de la cueva, así que <<me puse a considerar toda clase de engaños y planes, ya que se trataba de liberar a mis compañeros y a mi mismo de la muerte>>. Delibera y decide escapar bajo el velludo vientre de los carneros, <<porque esta decisión me pareció la mejor>>. Es propio del prudente cortar la rotación de las posibilidades y elegir una. La indecisión es siempre imprudente. Y, como la fortuna ayuda a los audaces, Polifemo tentaba el lomo de todos sus carneros y los dejaba salir, Esta célebre aventura ilustra a la perfección una sentencia del maestro Sun que resume bien El arte de la guerra:<<La victoria puede se creada>>




Misisng You

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